Fragmentos distraídos
28 – 01 – 25
En la última entrada
hablamos del artículo de César Aira, “Novela argentina: nada más que una idea”
(1981) que se reprodujo en La ola que lee (2021). Antes de agarrárselas
con Asís y Piglia por Flores robadas de los jardines de Quilmes y Respiración
artificial respectivamente, Aira reparte sarcasmos como un joven
temperamental y repelente o como un veterano irritable y gruñón. Ahora que se
hizo viejo ralentizó sus pasiones al ritmo del avance de la edad. No hay que
alarmarse, nos pasa a todos.
Lo que sorprende es que asesta una cuchillada en medio
del orgullo de la legión que componía novelas en Argentina durante los
gloriosos años sesenta y setenta. Aira razona, con el énfasis del berrinche,
que los novelistas del país no producen obras de calidad porque no viven del
oficio. No son profesionales, escriben cuando tienen tiempo; luego – suponemos
– de la rutina diaria que se requiere para la sobrevivencia. Así, les salen
“fragmentos distraídos” (24). Aira no tiene razón. Hoy pocos escritores en el
mundo pueden ufanarse de vivir de sus ficciones.
El escrito es una provocación al establishment literario
del momento al que, de paso, le reclama que le preste atención. 1981, el año en
que salió el artículo en Vigencia, coincidió con la edición de la
celebrada Ema, la cautiva, que seguro no vendió tantos ejemplares como Flores….
Ema…, superaría mil a uno a la novela de Asís y a las demás mencionadas en el artículo, claro
que según el juicio de minoritarios y engrupidos simpatizantes de las
vanguardias literarias locales: escritores de culto, lectores de escritores de
culto, intelectuales inorgánicos, profesores universitarios a la moda,
periodistas dizque sofisticados y otros. Una hermandad inexpugnable y
caprichosa, apoderada desde ya hace una punta de años de las oscilaciones del
gusto.
ALS (albertoluissacco@guardaconellibro.com)
HD (hugodemarinis@guardaconellibro.com)
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