Simetrías inconsecuentes
17 de julio
El insomnio me mantenía despierto pero me negaba a
continuar con Los últimos días de Julio Verne de Sergio Olguín, que
había comenzado el día anterior. No sintonizaba con las primeras páginas y abandonar
la lucha por el sueño por una lectura insatisfactoria no me hacía gracia. Extenuada
vigilia, esa era la verdad. Entonces, entre continuar el desvelo estropeando
con mi zarandeo el esmero con que había hecho la cama a la mañana y aprovechar
el libro de Olguín para dormirme, opté por lo segundo.
Cuarto capítulo, “El informe Zambaco, primera parte”. Sabemos
que cuando se malicia transgresión, la fatiga se esfuma. ¡Zas! Se fue el sueño.
La lectura me hacía sentir incómodo. Se trataba de un
informe científico sobre la precocidad sexual de una niña no ingresada aún a la
adolescencia. Tuve el pálpito – yo, gran ignorante – y acerté que el tal
Zambaco del título del capítulo no era ficcional, o que era ficcional pero el
nombre provenía del mundo real y no cualquiera sino del mundo real de la gente
conocida (¡Oh, Google!). Además de sus aportes a la medicina, el doctor verdadero
tenía una esposa más famosa que él – Marie
Terpsithea Cassavetti [Maria Zambaco] – que fue célebre modelo,
artista plástica y también personaje de este libro.
En el desayuno no lograba sacarme de encima ya no el
transgresor sino el escabroso informe del Zambaco ficticio. El personaje resultó
flor de miserable. Quise huir y me fui a las noticias del Toronto Star. La
nota de
cabecera era sobre la hija de Alice
Munro, Andrea Skinner, quien luego de la muerte de su madre escribió
una carta
pública denunciando abusos de su padrastro cuando ella era
preadolescente. En la nota decía que el acusado – ya fallecido – argüía precocidad
sexual inusual en la niña y, como si nada, hablaba de consentimiento. A esto se
sumaba una alegada iniciativa, similar a la que refería el Zambaco de la novela
respecto de la preadolescente del informe.
Tema grave como para que lo sitúe a la par de una casualidad casi simétrica pero tan gratuita como inexplicable y que aconteció en mi mundo en un par de horas sin que operara causalidad ni conexión consciente. Una inútil, azarosa, insignificante y quizás borgiana contingencia que ni sirve para figurarse un número de lotería. Sin embargo la escribo y la comparto.
HD
(hugodemarinis@guardaconellibro.com)
https://www.guardaconellibro.ca/
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