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Mostrando entradas de agosto, 2022

Vuelta de hoja

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07 - 08 - 21 Un acontecimiento insólito de hace poco más de veinte años fue que me contrataran para enseñar literatura peninsular medieval y del siglo de oro en la Universidad Wilfrid Laurier. Esta institución se encuentra en la región de Kitchener / Waterloo de la provincia de Ontario, a poco más de 100 kilómetros al noroeste de Toronto. Fue insólito que me nombraran porque salvo la simpatía y curiosidad que estos periodos clásicos españoles despertaron durante los estudios graduados, no se me ocurrió que terminaría dando cursos sobre La Celestina y El Quijote. *** En la maestría y el doctorado me especialicé en literatura latinoamericana – si es que especializarse en eso fuese algo verosímil – y obvio, me propuse medrar en la academia con ese dizque saber. Hice varias temporadas de ayudantías en mi alma mater mientras alargaba mi sueño de martingalas y matungos hasta el día que rompí el cordón gracias a los oficios de mi querido profesor Keith Ellis. Me conchabaron por dos años en la

100 años

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  100 años más 24 - 06 - 21 Leer a Horacio González puede ser una señal de identidad para quienes siguen el consejo de Borges acerca del lector hedónico: leer por la sola fruición de hacerlo. Por eso perseguimos con afán sus notas y reportajes por Página 12, La Tecla Eñe, Nuestras Voces y cuanto medio, no importa su pequeñez o jerarquía, publicase lo que escribía. Vamos a extrañar pesquisar su huella en los medios. Echaremos de menos la aventura de su lectura exuberante y, cada abril, el ritual de búsqueda de sus exposiciones y de su último libro publicado por Colihue en la Feria del Libro de Buenos Aires. Dicen los que lo conocieron que atendía a todo el mundo. De cualquier modo, no hacía falta tener trato personal para percibir su solidaridad y a la vez preguntarse, cuándo dormía este hombre que además de escribir y leer a ritmo extraordinario, desparramaba conocimiento en presentaciones, conferencias, proyectos, clases y en cuanto acontecimiento o ágape fuese invitado. No me explaya

Un lector

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Un lector 05 - 08 - 21 Unas palabras sobre el amigo Vitón, que leía bastante .  En esta foto de los 80, el de arriba a la izquierda es Aníbal Vitón. Organizador de festicholas ilustres, sibarita tenaz, degustador de platos gourmet, tragos finos y elíxires furtivos; animador de clubes de poesía y de tertulias filosóficas, siempre atento al goce de la compaña. Exiliado, no le pintó hacerse viejo mirando el lago y se volvió al terruño; lo saboreó en varios sitios hasta que recaló en uno imprevisto y familiar: Monte, provincia de Buenos Aires. El año pasado, a ver de qué iba, se tomó un curso en línea sobre Cortázar con el que medraba el productivo Martín Kohan. No mucho después, sin la sanción de gurúes ni fundaciones, anarco al desgaire, exploró con un grupo de amigotes a Foucault, Lévi-Strauss y Wilhem Reich hasta el momento en que se le dio la gana. La mañana del 7 de abril nos informaron de su fallecimiento. Si coreáramos hasta la victoria siempre nos habría dedicado una sonrisita ca