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Musas

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  11 – 10 – 24 Seguimos alunados . Pasan las semanas y los impulsos de escritura no se manifiestan. Hay tres proyectos por lo menos. Uno considerable, otro medio y el restante cortito. Los tres requieren tiempo y espacio. Estoy solo en una casa pequeña que comparto con muchos que por suerte se fueron y la dejaron, generosos, entera para mí. Pero cuando no me da un hambre feroz que me conmina a cocinar y perder preciosos minutos de creación, tengo que salir a comprar lo que se me olvidó ayer, o pagar una cuenta mensual justo el día que tengo asignado para pagar esa cuenta que no es el mismo en que pago otras cuentas específicas. Cada una tiene su día. Me pregunto por qué habré asumido la responsabilidad de pagar las cuentas de la casa. Necesito pedazos largos de tiempo para leer y escribir. Nadie lo nota: el celular, desde luego; si me desconecto quedo indefenso. Una gata bebé cree que soy su madre y el perro de los vecinos que me encargaron que cuidara, me llama cuando percibe su sol

“No importa lo que se dice, casi. Importa el cómo” (III)

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  24 – 09 – 24 Aunque Chitarroni en La noche politeísta previene sobre solecismos (pág. 9) no sabemos si los ha hecho a propósito o nos largamos a lo bruto y lo atribuimos a errores de impresión. Esto es en parte la gracia del libro. No hay por qué explicar nada y sin embargo persistimos en explicaciones. Los cuentos dan la idea de que nos hallamos ante una gran chacota (“… mi hermana varón …”) dedicada en especial al lector atento y digna – la gran chacota – de relatos absurdos y tupidos que no se esmeran en insinuar, por ahí ni poseen, una clave o varias claves. En la boda de “El cardinal carpintero”, donde aparte de solecismos y resplandores a rabiar encontramos intertextos desopilantes ( Leonardo Favio , el bachiller Sansón Carrasco y Fray Hortensio Félix Paravicino , entre varios más), inferimos un narrador lúcido y displicente a la vez. Pero muy jugado en que la displicencia se le note, cosa de transmitir sin ambigüedad que el narrador es un displicente, cuando en el armad

Temas amargos en día alunado

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  19 – 09 – 24 Hablar o comentar la pandemia en notas y libros que van viendo la luz medio como que empacha. Remitirse si no al personaje Land de El estilo de los elementos de Rodrigo Fresán, o a la entrevistada Silvia Labayru o a la autora Leila Guerriero de La llamada . En podcasts dedicados a la literatura como El sonido y la furia , Marcar como leído o Vidas prestadas , escritores conocidos y novatos se deleitan con sus fruslerías y padecimientos durante la pandemia. Lo mismo pasa con otros temas. El domingo 15 por la mañana leí un reportaje de una periodista a una prolífica escritora, autora de un libro sobre la menopausia y sus bemoles. Estos bemoles la impulsaron a estampar su experiencia por escrito. Por más casuales o breves que sean las referencias a estos asuntos, me tienen podrido. Por si esto fuera poco, están los escritos sobre la dictadura. Así, un cristiano promedio – que lee de tanto en tanto – se entusiasma por los años del plomo y en la creencia de aportar la

Attila Netanyahu

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  12 – 09 – 24 Donald Sutherland brilla con la interpretación de Attila Mellanchini en Novecento (1976) de Bernardo Bertolucci . Es el más malo entre los malos, un fascista impío, irredimible que al final de la película cosecha lo que plantó. En vísperas de la derrota del fascismo los partisanos corren por la campiña italiana a Attila y a su pareja, Regina (Laura Betti). Él va armado con un pequeño revólver que dispara al bulto en el intento vano de impedir el avance de los perseguidores. Cuando lo alcanzan ocurre lo previsto. Pese a la crudeza de la escena se impone la justicia poética. Fuera del cine realista el mundo actual muerde, como nunca. El diario Guardian informa que el 10 de septiembre el ejército israelí atacó un campo de refugiados en la costa de Gaza que dejó 19 muertos y 60 heridos . El 11 del corriente le dieron a una escuela y allí murieron 18 personas . La variante de la ultraderecha que gobierna Israel no muestra reparos en producir lo que los poderosos denom

Sabidurías sensibles (II)

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09 – 09 - 24 Seguro que luego de concluir La noche politeísta se ha abierto la mente y el espíritu del lector a tan nuevas como sensibles sabidurías. No hay continuo en estos relatos. Se trata de una serie de segmentos no causales dispuestos a la manera en que al creador se le dio por ponerlos sin otorgar mérito, como el típico vanguardista, a la más a menudo que no profanada unidad. En efecto, las intertextualidades provenientes de los principales campos del conocimiento – la literatura, la historia, la filosofía – los absurdos que promueven anacolutos , solecismos , pleonasmos , antítesis y oxímoron no crean sentidos novedosos sino lo opuesto y son tan frecuentes en este gracioso y gallito volumen de 130 páginas que parece que fueran 600. Pero el lector de los de antes no se queja. En verdad desearía desaforado que no se acaben hasta las 1.600, aunque no le den resuello y medio como que lo maten. HD (hugodemarinis@guardaconellibro.com) https://www.guardaconellibro.ca/

Cambiar vida por palabras (I)

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05 – 09 – 24 Si no se quiere perder el rumbo en relatos como los de La noche politeísta de Luis Chitarroni , mejor leerlos sentado cómodo y atento con el libro sobre un escritorio generoso; no en la cama ni en la playa ni en el transporte público. Tener a mano una historia de la literatura universal, un manual de mitología griega, un diccionario lo más completo posible y acceso a internet (¿cómo se habrá llevado Chitarroni con internet?). Asimismo se necesita por lo menos una segunda lectura. El lector debe invertir pedazos de su existencia para descifrar significados sin garantías de obtener siquiera modestos dividendos. Perdón por el uso del amarrete lenguaje financiero tan en las antípodas de este libro cuyo recorrido obliga a interrogar sobre el valor del acto de lectura. Ahí va de nuevo “valor”, en vez de placer. El placer que no lleva a nada redituable, que no trae más que una pulsión que incita a cambiar vida por palabra s . HD (hugodemarinis@guardaconellibro.com) https://www